A la Comunidad Universitaria (Aldo Valle Acevedo)
La jornada electoral de los días jueves y viernes de la semana pasada no ha dejado a nadie indiferente, pues tuvo lugar en un contexto nunca antes visto en la universidad y difícilmente imaginable en una institución de educación superior. A pesar de ello, la mayoría de los académicos participó lealmente en ella y valora el significado de dicho acto para la recuperación de nuestra convivencia institucional.
Por esas mismas razones, el apoyo recibido en dicha elección me llena de gratitud, pues además de representar un amplio respaldo, éste se manifestó en condiciones absolutamente adversas para la dignidad y el decoro de los académicos. Esta circunstancia me compromete doblemente con el mandato y la voluntad expresada en las urnas.
Como es sabido, no todos interpretamos del mismo modo el significado y la oportunidad de la convocatoria hecha por la Junta Directiva. Sin embargo, si bien es del todo aceptable no compartir un procedimiento institucional como el que se llevó a cabo, a lo que nadie tiene derecho es a recurrir a vías de hecho, mucho menos al insulto y a la ofensa, para impedir que los académicos pudieran pacíficamente expresar su opinión mediante el ejercicio de una prerrogativa tan propia de la vida universitaria. Sólo la vehemencia desmedida puede explicar los comportamientos antes descritos. Pero afortunadamente 556 académicos, que constituyen más de la mitad del claustro electoral, optaron por no renunciar a su derecho.
El procedimiento se llevó a cabo de conformidad con las normas estatutarias y legales preestablecidas y debe continuar de conformidad con ellas. Es injusto y desleal arrogarse como propia la abstención habida, precisamente cuando hacen ello quienes no escatimaron en recurrir a los medios y las formas antes señaladas para impedir la participación. Con todo, la lección aprendida es que una vez más la violencia y el insulto no han podido amedrentar nuestro espíritu universitario.
Condeno, como queda dicho, los actos de fuerza acontecidos durante el proceso electoral. Pero, aunque en algunos casos se haya expresado por vías que estimo inapropiadas y hasta condenables, también entiendo la ofuscación que muestran algunos miembros de nuestra comunidad, especialmente dentro del cuerpo estudiantil, pues ellos han sufrido particularmente las consecuencias de una mala gestión universitaria en el curso de los últimos años y han debido soportar muchas veces situaciones indignas. Sólo puedo esperar que su escepticismo vaya cediendo en la medida en que aprecien que la futura administración estará siempre atenta a sus legítimos requerimientos y escuchará su opinión cada vez que se adopten decisiones relevantes para el futuro de la universidad.
En consonancia con lo anterior, mi primera aspiración como rector electo es poder contar con la comprensión y la colaboración de todos, pues ello es imprescindible para avanzar hacia la normalización de nuestra casa de estudios. Por tal motivo, me esforzaré en dar testimonio de mi voluntad de llevar adelante una gestión transparente, responsable, pluralista y participativa.
La jornada electoral de los días jueves y viernes de la semana pasada no ha dejado a nadie indiferente, pues tuvo lugar en un contexto nunca antes visto en la universidad y difícilmente imaginable en una institución de educación superior. A pesar de ello, la mayoría de los académicos participó lealmente en ella y valora el significado de dicho acto para la recuperación de nuestra convivencia institucional.
Por esas mismas razones, el apoyo recibido en dicha elección me llena de gratitud, pues además de representar un amplio respaldo, éste se manifestó en condiciones absolutamente adversas para la dignidad y el decoro de los académicos. Esta circunstancia me compromete doblemente con el mandato y la voluntad expresada en las urnas.
Como es sabido, no todos interpretamos del mismo modo el significado y la oportunidad de la convocatoria hecha por la Junta Directiva. Sin embargo, si bien es del todo aceptable no compartir un procedimiento institucional como el que se llevó a cabo, a lo que nadie tiene derecho es a recurrir a vías de hecho, mucho menos al insulto y a la ofensa, para impedir que los académicos pudieran pacíficamente expresar su opinión mediante el ejercicio de una prerrogativa tan propia de la vida universitaria. Sólo la vehemencia desmedida puede explicar los comportamientos antes descritos. Pero afortunadamente 556 académicos, que constituyen más de la mitad del claustro electoral, optaron por no renunciar a su derecho.
El procedimiento se llevó a cabo de conformidad con las normas estatutarias y legales preestablecidas y debe continuar de conformidad con ellas. Es injusto y desleal arrogarse como propia la abstención habida, precisamente cuando hacen ello quienes no escatimaron en recurrir a los medios y las formas antes señaladas para impedir la participación. Con todo, la lección aprendida es que una vez más la violencia y el insulto no han podido amedrentar nuestro espíritu universitario.
Condeno, como queda dicho, los actos de fuerza acontecidos durante el proceso electoral. Pero, aunque en algunos casos se haya expresado por vías que estimo inapropiadas y hasta condenables, también entiendo la ofuscación que muestran algunos miembros de nuestra comunidad, especialmente dentro del cuerpo estudiantil, pues ellos han sufrido particularmente las consecuencias de una mala gestión universitaria en el curso de los últimos años y han debido soportar muchas veces situaciones indignas. Sólo puedo esperar que su escepticismo vaya cediendo en la medida en que aprecien que la futura administración estará siempre atenta a sus legítimos requerimientos y escuchará su opinión cada vez que se adopten decisiones relevantes para el futuro de la universidad.
En consonancia con lo anterior, mi primera aspiración como rector electo es poder contar con la comprensión y la colaboración de todos, pues ello es imprescindible para avanzar hacia la normalización de nuestra casa de estudios. Por tal motivo, me esforzaré en dar testimonio de mi voluntad de llevar adelante una gestión transparente, responsable, pluralista y participativa.
3 comentarios:
plop!!!!
No estando de acuerdo con la posición planteada por la AFA UV, me parece adecuado contar con un lugar de debate más ordenado y permanente en la red.
No obstante, quisiera solicitar reencauzar este debate, justamente hacia la tolerancia y el respeto entre los integrantes de la comunidad universitaria. Evitar la descalificación, las muestras de absolutismo y sobretodo, evitar imponer la opinión a la fuerza.
Creo que durante muchos años la universidad vivió un período no del todo transparente, hoy tenemos la posibilidad de comenzar a construír una nueva realidad, pero con una dosis importante de mesura, responsabilidad y realismo.
Se nota demasiado la sed de poder de este Sr. "electo" y Cia. Aún hay gente digna, honesta e inteligente que luchará sin tregua ante el abuso y la corrupción.
Por más que nos intenten engañar, consideren que no somos "ovejas" a quienes les vienen con el cuento del "lobo". Creo que el lobo se esta metiendo y hay que sacarl a él y su manada.
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